Lejos de ser una cigüeña, una paloma de plumaje oscuro pareció informarme, mientras yo iba hacia el instituto, lo que más tarde se confirmaría, que estaba embarazada. En aquel entonces, era alumna repetidora de cuarto. Repetir curso fue una mala noticia para mis padres, que están separados. No considero que mi familia sea una familia desestructurada, aunque mis padres no se lleven bien, porque sé que son personas cívicas que el destino no las ha querido juntas. Siempre he aceptado esta situación, y no les culpo del daño que me han hecho, pues, han hecho lo que han podido, sobre todo para hacerme feliz a mí. Soy hija única, y pertenezco a esa clase media que se tambalea, en ocasiones, según gastos, hacia el precipicio de cierta pobreza en su bienestar social, aun así, nos mantenemos.
No sé por qué, pero al ver a esa paloma negra, sentí que dentro de mí algo se estaba engendrando. Lo primero que pensé al sentir esto, fue cómo decírselo a mis padres, y después a él. Todavía me acuerdo de cuando conocí a Leo. Tenía dieciséis años, él era mi profesor de educación física. Éste procedía de otro instituto, e iba a sustituir a Carlos, mi antiguo profesor. Carlos, aunque no importe mucho, lo habían operado de los pies, por lo que, estaría de baja todo el curso. Leo, llegó como un príncipe, en su bicicleta, el primer día de clase. Enseguida se mostró cercano a nosotros, sus alumnos, lo que dio lugar a que yo me fijara en él, como una especie de «salvador» a todas esas inquietudes, que yo como hija, no podía contar a mis padres. Por ejemplo, viví una etapa bisexual, y eso, me marcó bastante. Me sumergí en mí misma, y no quería subir a la superficie para respirar, lo que provocó en mí, un retroacción en todos los aspectos de mi vida. Leo, con su cercanía logró que yo confiara en él. Un día hice por quedarme la última en clase para salir, él estaba ordenando el material de deporte, espaldas a mí. Me propuse ayudarle en esa tarea, sabía que la conversación iba a surgir, y surgió. Él me dijo que no creía en eso de la bisexualidad, creía en el blanco y en el negro, pero no en sus tonalidades en el plano sexual. Intentó convencerme para que me diera un tiempo para relajarme y pensar, que el curso estaba siendo bastante duro, y que lo que me estaba pasando, posiblemente, era, que estaba sometida a mucho estrés. Además, eso de que mis padres estuvieran separados, eso también debía influir negativamente en mí. Le hice caso, pero desde aquella conversación, nuestra relación pasó al plano personal. Él se mostraba cariñoso conmigo, y yo, también con él. Nos gustaba quedarnos a solas para conversar cuando finalizaban las clases, hasta que un día me insinue a él. No fue a premeditado, salió sin más así. Quise que un verdadero hombre me iniciara en el sexo, estaba harta de críos. Aquel día, él meditó durante un instante, para después dejarse llevar por mí. Me hizo descubrir el sexo, y eso era algo, que a Leo le excitaba bastante, más que el acto en sí.
No tardó mucho tiempo en correrse la voz en el instituto de que Leo y yo éramos amantes. Claro está, la directora de éste, nos separó nada más enterarse. Tuve suerte, el rumor no llegó a mis padres. Todas las noches soñaba con volver a ver a Leo otra vez. Al enterarme de que estaba embarazada, algo creció en mí, una intensa fuerza interna. Hice para coincidir con Leo, mi único deseo, pero éste, ya no quería saber nada de mí. No me dio opción para contarle lo que me estaba sucediendo, que estaba embarazada. Simplemente me dijo, que su función para conmigo ya había acabado, pero que debía sentirme contenta, porque efectivamente, o, se es blanco, o, se es negro, y que yo era blanca gracias a él.
He pasado mucha penurias, las propias de una madre soltera, pero siempre he tenido el apoyo de mis padres. Gracias a ellos, he sobrevivido. Jamás pensé decir esto, pero ahora estoy preparada para decirlo, a mis dieciséis años, conocí a un idiota, y agradezco a la vida por separarnos, o sino, no hubiera experimentado en mí esa evolución como persona, la cual te abre la mente, y te sientes libre. Conocí en la carrera, a Ana, mi actual pareja. Llevamos diez años juntas, y me ha ayudado muchísimo en criar a mi hija, también. Ella, la niña y yo somos una familia feliz. Ahora sé, que la función de Leo en mi vida fue proporcionarme el mejor de sus espermatozoides.