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LA PLACA

Nunca pensé lo que me iba a ocurrir con la gente de mi barrio. Vivo en una ciudad pequeña, no digo su nombre, porque podría ser cualquiera, dadas las circunstancias. Hace un año, me desperté con la noticia de que un jardín de mi barrio iba a llevar mi nombre. Iban a hacer un acto para poner una placa, en la que iba a aparecer yo. Mi sorpresa fue descomunal. Yo, un joven de veinticinco años, casi desconocido por mis vecinos, iba a tener una placa municipal en el parque que me ha visto crecer. Fui al ayuntamiento de mi ciudad inmediatamente, para comprobar si se había cometido un error, pero me aseguraron que no. Me explicaron que, como yo, hace unos años atrás, le puse en Google Earth al parque mi nombre, habían decidido dejarlo así y hacerlo oficial. Efectivamente, yo, a la edad, de quince años, se me ocurrió ponerle mi nombre en Google Earth, para poder identificarlo, puesto que el parque todavía no tenía nombre.

Me fui muy contento a casa, pensando que en un futuro ese jardín llevaría mi nombre, y que mi familia se iba a sentir muy orgullosa de mí. Sin embargo, la felicidad me duró poco. Cuando se esteraron los vecinos, armaron en cólera, sobre todo, uno de ellos, el cabecilla de la junta vecinal. Dijo textualmente, que ningún «maricón» llevaría el nombre de un jardín de su barrio, y propuso el nombre del cura del mismo.

Cuando se enteró mi familia de lo sucedido en la junta vecinal, se formó «el lío». La guerra entre vecinos estaba servida. ¿Qué significó esta guerra? Huevos rotos en los patios; ruidos de madrugada para no dejarnos dormir; chismes de una lado y de otro; y mi condición sexual a la luz. Qué vamos que el «maricón», o sea yo, no se iba a llevar una placa por todo el «morro».

Al final, se impuso la voluntad de la junta vecinal, llevando el jardín el nombre del cura. Para mí, fue un jarro de agua fría, pero me repuse. No quise jaleos y me olvidé del tema, ocultando mi condición sexual a mis vecinos, para que no sufriera mi familia más. Esto sucedió el año pasado. Hoy, me he despertado con la noticia de que, han pillado al cura, en un paraje natural, teniendo sexo con el albañil que reformó la iglesia del barrio. Y es que, la vida no deja de sorprendernos nunca.

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